martes, 4 de octubre de 2016

Sé que puedes


 

Laoconte. Félix Prieto, Lucía. (Museos Vaticanos, Ciudad del Vaticano, 2016).

   Estamos llenos de ilusiones. Algunos más, otros menos; pero todos tenemos nuestro propio plan, diseñado por y para nosotros mismos. Ese objetivo por el que nos gustaría luchar con uñas y dientes, darlo todo si fuera necesario para conseguirlo. Rebuscando en lo más hondo de tu ser, seguro que encuentras a lo que me refiero. Sí, sabes a lo que me refiero. Sé que lo sabes. Entonces, ¿por qué no eres capaz de perseguir esa meta? ¿Por qué no te atreves?

   Nuestra fuerza de determinación es lo que nos define, nuestra capacidad de decidir por qué luchar y cómo hacerlo. El hecho de no rendirse ya constituye una victoria. ¿Que no vas a ser capaz de hacer 'x' o 'y' cosa? No te lo creas. Es más, ríete en la cara de quien se atreva a decirte eso. Es cierto que a veces la posibilidad de éxito es de un 0,000001 % y en descenso; pero existe. Y en el momento en el que existe una mínima posibilidad de conseguirlo, hay que aferrarse a ella. Hay que creer que se puede. Y es que sí, se puede.

   Créeme, dentro de unos años, no vas a querer echar la vista atrás y darte cuenta de todos esos asuntos pendientes, de lo que dejaste sin hacer y para lo que se ha hecho demasiado tarde. O lo que es peor: arrepentirte de todo lo que ni siquiera intentaste. Al fin y al cabo, la satisfacción de haber conseguido algo que se creía imposible es la mejor forma de acercarse a aquello que llaman felicidad. Nuestra meta final. ¿Es una utopía? ¿Es inalcanzable? Permíteme la osadía de afirmar que no hay nada que no se pueda lograr en esta vida si tenemos la suficiente voluntad de intentarlo una y otra vez, recuperándonos de cada caída, avanzando con pasos lentos pero firmes. La impaciencia es la enemiga de la virtud: todo se logrará a su debido tiempo. Siempre con empeño, dedicación e ilusión. 

   El deseo. "El deseo es el motor", decía un profesor que me enseñó a apreciar un poco más la vida como arte. Y qué gran verdad. No te rindas, jamás. Lucha. Lucha por aquello que quieres ser, por la meta que quieres conseguir, por cumplir tus deseos más sinceros. Lucha para que nadie pueda decirte nunca que no lo intentaste, para dejar sin habla a aquellos que te consideraron incapaz sin saber tu fuerza. Demuestra que puedes. Que eres suficiente. Y más que suficiente: que eres especial. Cada uno de nosotros somos especiales a nuestra manera, y el mundo debe ser consciente de todo el potencial que posees. Sácalo. Explótalo. Cómete el mundo, antes de que él te consuma a ti con una existencia vacía. Y se feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario