lunes, 26 de septiembre de 2016

El tiempo y su paso


Juego de tonos, luces y oscuridad. Félix Prieto, Lucía. (Monte de Gibralfaro, Málaga, 2016).

   ¿No habéis tenido nunca la sensación de que estáis perdiendo el tiempo? Yo siento que se me escapa cada día. Estoy congelada. No puedo moverme, no consigo avanzar. Sin embargo, el tiempo sigue transcurriendo. Corre, vuela. Y yo sigo aquí, petrificada, como ausente. Noto cómo cada vez la vida pasa más deprisa, y yo me muevo más lento. O directamente no consigo despegarme del suelo.

    He de decir que tengo pánico a los relojes. Observar cómo las agujas avanzan. Cada hora, cada minuto, cada segundo. Tic, tac. Tic, tac. Se acaba el tiempo. Se agota. ¿Y si se me acaba el tiempo? ¿Y si me quedo sin vida suficiente? Será culpa mía. Todo será únicamente culpa de mí misma.

   A veces nos negamos pequeños placeres por el hecho de considerarlos una pérdida de tiempo. Como quedarse mirando fijamente al horizonte con un atardecer bonito, perderse entre el juego de colores, luces y sombras que ofrece. O dar un paseo por la playa, sintiendo el mar y su paso, el romper de las olas, la brisa marina acariciando nuestra mejilla. O, vete tú a saber, la lectura de un poema de Luis Cernuda a la luz de la luna. Cuán bohemia me pongo, por cierto. Pero... ¿Qué es realmente perder el tiempo?

   ¿Sabéis? Antes, releyendo algunos fragmentos de mi libro favorito, "Momo", de Michael Ende (una obra maestra, sin duda), me llamó la atención una frase que dice así: "Porque cada hombre tiene su propio tiempo. Y solo mientras siga siendo suyo se mantiene vivo". Reflexionad sobre ello antes de seguir leyéndome, tan solo unos minutos. Sí, de ese tiempo que tanto tememos malgastar.

   Somos nosotros mismos por esos pequeños momentos que nos dedicamos, esos placeres a los que sucumbimos, y que nos "roban" minutos de nuestra preciada vida. Y digo preciada con cierto "retintín", porque creo que los límites del significado de esta palabra se tornaron difusos hace mucho.¿Qué consideramos nosotros vida hoy en día? ¿Es acaso vida la supervivencia en un mundo que nos consume, que nos hace infelices, que nos obliga a vivir en una realidad que no nos gusta? A mi parecer, nada de esto es vida. No lo es, y lo peor es que somos nosotros los que permitimos que no lo sea. Nos resignamos a un concepto de vida que la sociedad determina, que nos dice que para alcanzar la felicidad necesitamos aprovechar nuestro tiempo. ¡Cómo si ellos supieran qué es lo que nos hace felices! Somos simple marionetas de una sociedad dictadora. Y así... Así, no vivimos. Pero claro, eso es solo mi opinión.

   - Ningún tiempo es perdido si lo empleamos en hacer algo que nos haga felices -

domingo, 25 de septiembre de 2016

Comienzos

 

La suavidad de una planta. Félix Prieto, Lucía. (Málaga, 2016).

   Si os digo la verdad, no sé cómo empezar ni sobre qué escribir. Es mi primera entrada en el blog. La primera de muchas.

   Se avecinan cambios en mi vida. Es época de empezar de cero en otro lugar, aunque este lugar permanezca cerca de "casa". De mi hogar... ¿Hogar? No creo que sea esta la palabra adecuada. Para mí, no existe como tal; al menos no de forma física. No pertenezco a ningún sitio. Siempre he querido huir lejos, muy lejos; y creedme: algún día lo haré.

   Sin embargo, en cuestión de días comienzo la universidad. Sitio nuevo, profesores nuevos, amigos nuevos. Quién sabe si serán amigos, o simplemente conocidos. El caso es que no sé cómo sentirme al respecto. Me invaden emociones diversas. En primer lugar, ilusión. Ilusión por conocer algo nuevo, cambiar de aires, sentirme un poco más "yo"; enfocando mi vida hacia lo que me gusta, acercándome cada día un poco más a mi meta, a lo que quiero escoger como camino. Pero también miedo, incertidumbre, dudas. ¿Y si me equivoco? ¿Y si realmente no es lo que me gusta? Puedo ser tan segura como insegura respecto a mí, y eso es un gran defecto. Una contradicción, palabra que sin duda podría describirme como ninguna otra. No obstante, sé que si no me hubiera arriesgado a elegir esta carrera, me hubiera arrepentido. O no. Quién sabe.

   Además, le tengo un pánico terrible a los cambios, aunque yo misma reconozca que son necesarios. Cuando uno se pone a pensar en el fin de esta etapa, lo primero que se le viene a la cabeza es un "voy a echar de menos todo esto". Tras seis años acostumbrados a una incesante rutina cada día, en el mismo lugar, viendo las mismas caras de sueño cada mañana, riendo y viviendo muchas otras experiencias con las mismas personas... De repente, todo cambia. Y pensar que todo ello no va a volver a ocurrir, quizás dé un poco de vértigo. Por no decir demasiado. O quizás soy yo, poniéndome nostálgica al escribir esto. No lo sé.

   Cada una de las personas que han formado parte de tu vida hasta la fecha escoge un camino diferente. Lo efímero de algunas amistades se basa tristemente en eso: la diversidad de elecciones favorece el distanciamiento. Y, a veces, el hecho de distanciarse desemboca en una pérdida. Sin embargo, he aprendido, tras muchas experiencias similares, que los amigos vienen y van, y van y vienen. Que quien de verdad quiere permanecer a tu lado, vuelve; por mucho que se aleje. Por ello, he de decir que, al menos en este aspecto, no estoy del todo preocupada.

   Lo que verdaderamente me preocupa soy yo. Pero eso es una larga historia que os contaré otro día. O quizás no.

*Nota mental: debería dejar de parecer tan dudosa cuando escribo. O puede que me guste que mi escritura me refleje. Bueno, no. Mejor no.

Mucha suerte a todos en vuestro nuevo y propio camino.