sábado, 10 de diciembre de 2016

Opresión y dictamen del sistema



Encerrada en la cárcel del sistema. Félix Prieto, Lucía. (Málaga, 2016).

Me veo, pero no me reconozco.
Observo mi silueta en el espejo, pero esa no soy yo.
Qué he hecho yo conmigo
Qué ha hecho el sistema conmigo.

La curva más bonita de mi cuerpo
Ha pasado a ser una mueca de dolor en vez de una sonrisa.
Mis ojos, que una vez tornaron esperanzados, ahora están llenos de penumbra.
Es por eso que no me veo. 
O que me veo, pero no me reconozco.

Quién nos enseña a querernos en este barullo opresor...
Nadie.
Nadie nos ha animado nunca a abrazar cada imperfección de nuestro cuerpo.
Nadie nos ha dicho que somos perfectas tal y como somos.

Porque, para ellos, la perfección es otro mundo diferente y paralelo.
La perfección es un saco de huesos.
Es una piel pálida infraoxigenada, 
Un hueco entre las piernas,
Unos pómulos marcados...
Pero también una sonrisa rota,
Una mirada congelada,
Un corazón frío, 
Una muñeca de porcelana.

Y nosotras, ilusas y consternadas,
Nos unimos a esa búsqueda de la perfección inexistente,
Sin saber que estamos firmando nuestra sentencia de muerte.
Haciendo todo lo posible, sin saberlo, para matarnos lentamente.
Y es triste que a veces eso sea lo que buscamos.
Un punto final a todo este sufrimiento.
Un sufrimiento inducido y normalizado.
Un sufrimiento con el que hemos de acabar; 
Pero no rindiéndonos, sino luchando.

Sueño con un sistema en el que desde pequeñas nos enseñen 
Que lo importante no es contar calorías o kilos, sino sonrisas. 
Que nuestra meta debe ser felices, y no ser delgadas. 
Que nuestros sueños estén enfocados en cosas más importantes que parecernos a esa chica "tan guapa" a la que todo el mundo admira.

Al fin y al cabo, si sucumbimos a lo que se nos impone, estamos dejándolos ganar.
Y somos nosotras las que debemos vencer en esta batalla.
Con los pies firmes.
Con la cabeza bien alta.
Y, sobre todo, queriéndonos; y con una sonrisa bien ancha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario